Desde un punto de vista físico, somos capaces de adaptarnos a cualquier tipo de alimentación y, de hecho, somos seres omnívoros. En relación con el clima, podemos vivir en zonas con un calor extremo o bien con un frío intenso. Las condiciones generales de la vida son igualmente muy variables. Esta peculiaridad del ser humano, lo convierte en un animal de una gran plasticidad, porque no estamos especializados para sobrevivir en un hábitat concreto, tal y como sucede con la mayoría de seres vivos.
Hay elementos que intervienen en nuestra capacidad de acomodación: la curiosidad, el instinto de supervivencia, el afán de superación y, de manera muy especial, la inteligencia.
Como es lógico, nuestra adaptación es un proceso que se ha ido consolidando a lo largo de la evolución. Durante miles de años hemos incorporado técnicas para habituarnos a todo tipo de situaciones. La invención del fuego, de la rueda, las matemáticas o la agricultura son creaciones humanas que dan respuesta a unas necesidades concretas. Es la inteligencia del hombre y su capacidad de resolver problemas lo que permite que nos adaptemos con relativa facilidad.
Los cambios tecnológicos y sociales provocan que tengamos que activar nuevas estrategias para no quedar desubicados. De alguna manera, la vida es un cambio permanente, que empuja a los individuos a encontrar una adecuada acomodación a las circunstancias que van apareciendo.
No hay que pensar que la adaptación es algo inmediato y fácil de realizar. Por lo general, es necesario superar un periodo de transición, en el que se supere el antiguo sistema y empieza una familiarización paulatina con el nuevo modelo. Pongamos como ejemplo a los niños pequeños. Cuando dejan de estar con sus padres y comienzan a ir al colegio hay una etapa de dificultad. Durante algún tiempo suelen llorar y manifiestan su rechazo a las aulas y a la novedosa situación. Se trata de un periodo normalmente breve, ya que rápidamente se habitúan al cambio.
En la vejez, la capacidad adaptativa disminuye en líneas generales. aunque cada individuo es un caso único. Hay personas mayores que mantienen su curiosidad y no tienen grandes dificultades para aprender cosas nuevas.
No hay que pensar que la adaptación es algo inmediato y fácil de realizar. Por lo general, es necesario superar un periodo de transición, en el que se supere el antiguo sistema y empieza una familiarización paulatina con el nuevo modelo. Pongamos como ejemplo a los niños pequeños. Cuando dejan de estar con sus padres y comienzan a ir al colegio hay una etapa de dificultad. Durante algún tiempo suelen llorar y manifiestan su rechazo a las aulas y a la novedosa situación. Se trata de un periodo normalmente breve, ya que rápidamente se habitúan al cambio.
En la vejez, la capacidad adaptativa disminuye en líneas generales. aunque cada individuo es un caso único. Hay personas mayores que mantienen su curiosidad y no tienen grandes dificultades para aprender cosas nuevas.
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